La resistencia eléctrica de un objeto es una medida de su oposición al paso de corriente y depende únicamente de su geometría y de su resistividad. Por geometría se entiende a la longitud y el área del objeto mientras que la resistividad es un parámetro que depende del material del objeto y de la temperatura a la cual se encuentra sometido.
La relación en entre la resistencia eléctrica y la temperatura es consecuencia de las vibraciones de los iones positivos en torno a sus posiciones de equilibrio en el retículo cristalino metálico. Conforme aumenta la temperatura los iones positivos vibran cada vez más, y un elevado número de ondas elásticas excitadas térmicamente (llamadas fonones) dispersan los electrones de conducción y reducen las trayectorias libres medias y los tiempos de relajación entre colisiones. Así, a medida que la temperatura aumenta, las resistividades eléctricas de los metales puros aumentan.